Amor sano para una vida plena. El Chiquitín Preescolar. Blog |
El amor que sentimos por nuestros hijos es, sin lugar a duda, el motor que impulsa muchas de las acciones que tomamos en nuestra vida.
Sin embargo, es muy sano que no rebasemos la línea entre el amor incondicional y el amor enfermo, ese que envuelve, ata, asfixia y aniquila.
El amor sano enseña, guía, suelta, orienta, apoya, edifica, nutre, fortalece y conduce a la libertad.
El amor excesivo aprisiona, inmoviliza, inutiliza, intoxica y crea dependencia y debilidad emocional .
Es prudente reflexionar y plantearse hacia dónde queremos conducir a nuestros hijos.
Una de las prácticas de crianza más fallidas en la etapa preescolar, e inclusive en etapas posteriores, es precisamente minimizar a los hijos, subestimar sus capacidades e inhibir el desarrollo de sus habilidades en nombre del amor. Como te amo, te protejo... como eres pequeño, te protejo... como todo y todos te lastiman, te protejo... como no quiero que sufras, te protejo, como te dejan tarea y tú eres pequeño, te la hago... te protejo... te protejo... te protejo: sobreprotección.
La sobreprotección puede, en un inicio, hacer que el niño se sienta cómodo ante el cuidado de sus padres sobreprotectores, pero a la larga va desarrollando en él un sentido de minusvalía, falta de autoestima porque, en el fondo, el mensaje que los padres envían aún sin darse cuenta es: "no confío en que tú puedas hacerlo, por eso tengo que hacerlo por ti".
Una actitud verdaderamente amorosa tomará en cuenta que el niño está en una etapa de continuo aprendizaje y que necesita de todas las herramientas posibles para que paulatinamente construya aprendizajes, cada vez más elaborados.
Una actitud verdaderamente amorosa otorgará al niño las oportunidades y experiencias que enriquezcan su lenguaje, su motricidad, su sociabilidad, su cognición, y que, además, le permitan ir desarrollando fortaleza e inteligencia emocional a través de la autonomía y la interacción con otras personas y otros contextos.
Frases sencillas como: confío en que puedes lograrlo, yo sé que puede parecer difícil, pero sé que te esforzarás, cuando yo era pequeño también sentía temor, pero pude superarlo, yo estaré para apoyarte, pero eres tú quien tiene que lograrlo... así como otras frases similares, le irán dando confianza al niño para que paulatinamente reconozca sus propias posibilidades y la seguridad de que sus padres estarán para ayudarle en caso de que así lo necesite.
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