Respeto a las etapas de vida. El Chiquitín Preescolar. Blog |
La transición de bebé a niño(a) ocurre alrededor de los doce meses de haber nacido, precisamente en el momento en que se inicia la marcha, es decir, cuando el hijo aprende a caminar y a desplazarse por él mismo.
No obstante, muchos padres o madres insisten en seguir llamando "bebé" a su pequeño hijo.
Se es bebé desde el momento mismo en que se nace y en esta etapa se es totalmente dependiente de los cuidadores, madre, padre, abuelos, tías, etc.
Son los adultos, principalmente la madre, quienes atienden todas las necesidades del bebé, esto hace sentir bien al adulto, ya que tiene una razón más para demostrar quién es y lo bien que hace las cosas, tiene a alguien que depende totalmente de él(ella) y eso está bien, es su hijo y requiere de sus cuidados.
Pero con el transcurrir del tiempo ese pequeño ser que dependía en su totalidad del cuidado de mamá o papá, o abuela, o quien haya sido, comienza a tener la necesidad de descubrir el mundo, comienza a interactuar en y con su entorno, comienza a explorar, a gatear, luego a caminar, alejarse, a buscar hacer cosas por sí mismo, como parte de un desarrollo natural y en ese momento: ¡pum! el adulto cuidador se da cuenta que sus cuidados ya no son tan requeridos.
En realidad, siguen siendo requeridos, pero en otro sentido: tendrían que pasar a ser promotores y vigilantes para que el niño perfeccione paulatinamente sus movimientos, su lenguaje, su socialización con otros niños y adultos, sus estrategias para explorar y conocer todo lo que le rodea y, posteriormente, su inserción al mundo escolar: ¡Promotores!
Es ahí en donde surge el conflicto personal, nada más terrible que reconocer que el hijo ya no nos necesita como solía hacerlo, además, si mi hijo crece significa que yo también estoy teniendo más años. Entonces, como una manera inconsciente de querer detener el tiempo la mente reacciona y comienza a no querer que el hijo crezca y una forma totalmente errónea es continuar tratándolo como bebé e inclusive, seguirlo llamando bebé.
Una familia respetuosa y comprometida con el desarrollo natural de cada uno de sus miembros se informará, aceptará y disfrutará de cada una de las etapas de los integrantes, aportándoles en su momento, y de manera amorosa, las herramientas verbales, conductuales, sociales, recreativas e intelectuales para que logren tener una adecuada inserción en el mundo familiar, social y escolar.
De igual forma, los conducirán a un sano desarrollo emocional que les evitará frustraciones innecesarias como las que observamos muy frecuentemente en el aula preescolar.
Una familia amorosa tratará a cada miembro en concordancia con la edad y etapa de desarrollo en la que se encuentra, mostrando así un profundo respeto por la integridad y estabilidad emocional de cada persona.
"Continúa llamándolo "Bebé" y se comportará como tal,
aunque tenga 30 años"
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